El director técnico de Nacional, fue uno de los mejores volantes de la historia del futbol uruguayo. También mostró su calidad en Ecuador.
De ágil caminar, y mirada serena, Mario Saralegui, actual estratega del Nacional reposa en la sombra de la banca de suplentes del complejo de Tumbaco. Vestido con un calentador azul y usando una gorra roja, el rubio ex jugador, habla sobre su carrera futbolística.
SUS INICIOS EN ARTIGAS
Nació en Artigas, al interior del Uruguay el 24 de abril de 1959.
Con nostalgia en sus palabras, relata que su padre, un conocido futbolista y relator deportivo de la localidad, lo llevaba a los partidos y lo sentaba en un banco al lado de la cabina de transmisiones. Fue allí donde el pequeño Mario decidió dedicar toda su vida al ‘Rey de los Deportes’.
Mientras se acomoda su gorra en medio del intenso sol de Tumbaco, confiesa que su afición por Peñarol nació con él desde la cuna. Recuerda que a inicios de la década del 70, en su pueblo casí no llegaba la señal de la televisión uruguaya, pero si la de de la brasileña, por lo que creció admirando al Internacional de Porto Alegre del talentoso volante Roberto Falcão.
SU VIDA Y EL FÚTBOL
Ironiza acerca de lo que ha representado el fútbol para él. Se escabulle en el baúl de los recuerdos de su mente para contar que con su primer sueldo de jugador se compró una camisa, un pantalón y unos zapatos, cuando tenía apenas 15 años.
Comenta que con 18 años debutó en la primera de Peñarol. De ahí en más los títulos para este hábil volante derecho no pararon de llegar. Ganó dos Copas Libertadores y dos intercontinentales. Se coronó como campeón sudamericano sub 20, en 1977. Con la selección mayor de su país disputó la Copa Mundial de México 86, a la cual asegura, que tanto él como sus compañeros no llegaron preparados.
A lo largo de su carrera fue 10 veces finalista de la Libertadores.
ECUADOR LE ABRIÓ
LAS PUERTAS
Una mirada distinta muestra su rostro, cuando habla del Ecuador.
Asevera que siempre ha sido agradecido con el país. Rememora con tristeza aquella final de la Copa que perdió con Barcelona en 1990.
Aclara que en aquel partido lo dieron todo.
Afirma que en sus años como jugador, uno de sus grandes amigos fue el desa parecido delantero Carlos Muñoz, con quien compartió la habitación en las concentraciones toreras.
Volviendo a su etapa actual como técnico del club ‘criollo’, ‘El Pelucas’ Saralegui manifiesta que tiene un reto enorme.
Anhela ser campeón del torneo nacional y considera que en cada práctica su escuadra evoluciona.
Tiene siempre en mente, trasmitirles a sus dirigidos esa casta que lo transformó en un guerrero generoso del rectángulo de juego.