Londres, 26 may (EFE).- La elegante avenida Marylebone, en pleno centro de Londres, y el moderno entorno portuario de Chelsea, al suroeste de la capital, son los barrios elegidos por los finalistas de la Liga de Campeones, Barcelona y Manchester United, para pasar sus dos noches previas a la cita en Wembley.
El Manchester United será el último en hacer el «check-in», pues llegó a Londres esta misma tarde, a las 17.30 hora local, mientras que el rival español llevaba ya dos días cumpliendo su plan de trabajo en unas instalaciones prestadas, las del Arsenal, y en un alojamiento reservado repentinamente el martes.
Pese a las reticencias del Manchester por revelar dónde pasarían estos días sus jugadores, la prensa local e internacional coincide en que el lujoso espacio escogido por el club inglés corresponde al hotel Landmark, precisamente un alojamiento que ya conoce el Barcelona de su anterior visita a Londres, cuando disputó los octavos de final de la «Champions» contra el Arsenal, en febrero.
«Posiblemente sí sea ese (hotel), pero no podemos revelar esa información», dijeron a Efe fuentes del Manchester al ser preguntados por la estancia del equipo.
Poco más de dos horas en vagones de tren de primera clase fue el trayecto del Manchester hasta la estación de Euston, separada por unas cuantas manzanas del su hotel, en Marylebone.
A estas horas, los dos conjuntos se encuentran ya instalados en sus respectivos recintos de cinco estrellas. Poco difieren en categoría sus hoteles, donde se puede dormir en suites de hasta 2.550 euros, en el caso del Manchester, y hasta 4.200, en el caso del hotel reservado para el Barcelona.
No obstante, los dos cuentan con habitaciones más modestas. En el Landmark, éstas oscilan entre los 336 y 464 euros, frente al precio base de 247 euros, ligeramente inferior, que puede encontrarse en el hotel del Barcelona.
Si bien del cuidado recibido por los jugadores de ambos clubes nadie duda, la comodidad de los ingleses en los últimos días ha sido mayor.
El Manchester pudo continuar su programa de trabajo en la ciudad deportiva de Carrington hasta esta misma mañana y dormir en sus casas dos noches más que los azulgrana. Más aún: los «diablos rojos» se sienten en casa.
«Es en Inglaterra, así que el Barcelona es el visitante. Nosotros hemos jugado muchas veces en Wembley, así que eso nos hace sentir en casa y espero que podamos continuar nuestra buena racha como locales», afirmó el surcoreano Ji-sung Park, en declaraciones al club antes de salir de Manchester.
El Barcelona, que adelantó al martes su viaje previsto para hoy, se entrenó ayer, miércoles, por la tarde y esta mañana en Saint Albans, la misma localidad donde se preparó el Barcelona antes de proclamarse campeón de Europa en 1992.
Desde allí, tuvo que pasar hora y veinte minutos para atravesar la capital en autobús para instalarse en su segundo hotel. Tras dos noches en Watford, la plantilla llegó cargada con sus maletas a la entrada del Wyhndham, donde esperaba una gran sorpresa para los medios gráficos.
Los derechos de imagen del puerto de Chelsea sirvieron como pretexto ideal a los agentes de seguridad que vigilaban las inmediaciones del hotel para impedir el acceso de las cámaras de televisión y los fotógrafos profesionales a la puerta principal del edificio.
Mientras más de una veintena de fotoperiodistas y cámaras trasladados a Londres con motivo de la final se agrupaban a medio kilómetro de esa entrada para, al menos, captar unos instantes del autobús azulgrana en circulación, medio centenar de aficionados obviaban las medidas de seguridad y se posicionaban aguardando a sus ídolos.
Todas sus cámaras de bolsillo y teléfonos móviles de extraordinaria calidad surgieron en el momento en que Messi, Iniesta, Piqué, Puyol y compañía bajaban del autobús para dirigirse, minutos después, al comedor del hotel.
Incluso después de vaciarse el autocar, algunos seguidores aprovecharon para fotografiarse con sus camisetas del Barcelona y el ambientado vehículo a sus espaldas, pese al fuerte viento, los truenos y el chaparrón que cayeron en esta jornada. EFE