Ante el fervor de miles de peregrinos, Benedicto XVI proclamó beato a su antecesor del trono de San Pedro, Juan Pablo II.
Seis años y un mes después de su muerte, en una ceremonia de casi tres horas, Joseph Ratzinger ha recordado a Karol Wojtyla como un gigante y destacó su dimensión pastoral y política.
El Papa, que ofició la misa junto a 100 cardenales y 800 sacerdotes, vestía una casulla que perteneció a su antecesor. Cuando Wojtyla fue proclamado beato, un gran tapiz con un retrato de Juan Pablo II fue descubierto sobre la fachada principal de la Basílica. Las multitudes en Roma y varias ciudades del mundo estallaron en gritos, aplausos y lágrimas en ese momento. La alegría y la nostalgia invadieron la emblemática plaza de San Pedro, donde millones de personas se congregaron para orar y pedirle su intercesión con Dios, ahora que está más cerca de la canonización. La ceremonia ha sido una de las más multitudinarias concentraciones celebradas en el Vaticano desde los actos funerarios del Papa polaco.
La beatificación busca elevar la moral de una iglesia católica golpeada por la crisis de los abusos sexuales de menores, pero también ha provocado la indignación de los grupos defensores de las víctimas porque el escándalo se produjo durante el pontificado de 27 años de Juan Pablo II.