Han pasado ya tres años desde el flagelo que dejó 18 muertos y decenas de heridos en la discoteca Factory. Para muchos es un evento pasado, pero para la mayoría de familiares, hermanos y amigos de los fallecidos, las cosas no han quedado claras. Además, hasta ahora, la comunidad rockera de la ciudad sufre discriminaciones. Dentro de este contexto, alguna vez se emitieron afirmaciones, como “es que los rockeros son endemoniados, por eso les pasa eso” o “las palabras llaman las desgracias”. Fueron claros signos de discriminación y de ignorancia en cuanto al arte. Pocos reflexionaron en que en cualquier evento cultural artístico, puede suceder una desgracia así. Solo es cuestión de tomar las medidas necesarias en los establecimientos de diversión. Han pasado tres años y las huellas de la tragedia persisten en las mentes y los cuerpos de quiénes lograron salir de las llamas. La comunidad rockera por su parte ha intentado reivindicar su ideología, pero lastimosamente, siempre seremos intolerantes a lo diferente.