El goleador cordobés marcó un gol de antología derrumbando a Godoy Cruz. La ‘U’ ya está en octavos de final de la Copa.
Fue una jornada feliz e inolvidable para Liga. Después de un primer tiempo sin alcanzar a resolver la llave defensiva que planteó el equipo mendocino, la complementaria fue una acabada demostración de alta clase. Apenas habían transcurrido dos minutos, y ya apareció la primera joya del cañonero albo. Barcos guapeó sobre el fondo de la cancha y tiró un centro matemático, que Bolaños encajó en la red con suave derechazo. Fue la cuota de alivio que necesitaba la tribuna. El desahogo para el once de Bauza, que rompió el cerco mentalizado por el ‘Polilla’ Da Silva, que funcionó como un reloj en la primera parte. El gol del ‘Chucho’ fue el comienzo del fin para los pamperos, que se vieron obligados a proyectar sus líneas, para buscar la paridad primero, y la victoria después, como único resultado valedero para seguir transitando por la Copa Libertadores.
Planteado el partido en esos términos, aparecieron los espacios para la fabricación de jugadas de peligro. Iban 13 minutos, cuando Barcos fabricó una corrida memorable de 46 metros, dejando a tres argentinos en el camino. Bordeando la raya de fondo, cuando todo hacía preveer que lanzaría un centro, porque el ángulo de disparo era escaso, el ‘Pirata’ despachó un cañonazo entre el poste derecho y el arquero, que sacudió la red. Un golazo monumental. Un afiche de fútbol. Una electrizante definición que alborotó al ‘pueblo blanco’ que hizo temblar a la ‘Casa Blanca’. Es sin duda, el mejor gol de la actual versión de la Copa Libertadores. Una obra excelsa que reunió en una sola maniobra: dinámica, vivacidad, riqueza técnica, visión, precisión y poder de definición. Un gol para colocarlo en un marco de oro, que tuvo la virtud de tirar al piso los escasos arrestos, que le quedaban a Godoy Cruz. Fue el sello inolvidable para lograr el boleto a octavos de final. El rioplatense se graduó de crack. Se lo merece. Fue una noche de luces.
Por: Raúl Cruz Molina