El ‘‘Güero’’ perdió la cabeza demasiado pronto. En su segundo partido en la banca de Barcelona, ya fue expulsado del campo.
El tema arbitral es el capítulo más complejo a resolver en el fútbol ecuatoriano. Las deficientes actuaciones de los jueces, son una constante, que motiva permanentes problemas y reclamos. Es evidente que el nivel del referato ha experimentado un notable descenso en los últimos años. Son contados los referís, que están en capacidad de garantizar el normal desenvolvimiento de los partidos, sin influir de alguna manera en el resultado de los mismos. El mismo síntoma se siente en toda América. La Copa Sudamericana y la Libertadores han registrado labores desastrosas, que despiertan sospechas. Para prueba, los regalos descarados que recibió Independiente de Avellaneda en la Sudamericana para alzarse con el título, y aún en la Libertadores, con ese fuera de lugar monumental que terminó tras el penal, sacudiendo el marco de Dida Domínguez, en el choque de visita de la ‘U’, en campo de los ‘Rojos’. Los arbitrajes científicos brotan como por encanto, sin que la mano de la dirigencia de los países débiles en el mantel grande del fútbol – léase Colombia, Ecuador, Venezuela, Bolivia- levanten la vozcon energía por los evidentes atropellos.
Casa adentro, el tema está que arde. Aguinaga ya cayó en la guillotina. Perdió la cabeza, según su propia versión, por la errada aplicación del juez Omar Ponce. Reclamó duro y tuvo que irse. Igual situación vivió Fabián Bustos, que recibió la roja, entre la confusión por las medidas arbitrales y la carencia de potencia de su equipo en ofensiva.
Antes había caído Bauza y así han desfilado y seguirán desfilando, jugadores y técnicos, acosados por los errores ajenos y su propia intemperancia. La FEF debe tomar medidas radicales y elegir a los jueces con lupa. Que salten a la cancha los que están realmente preparados. Lo exige el buen nombre de este fútbol, que se levanta con éxito en el campo internacional.
Por: Raúl Cruz Molina