La intolerancia humana es alarmante. Es increíble que por el simple hecho de ser diferentes y tener diversas culturas no podamos convivir en un mismo lugar. El veto al velo islámico en Francia, es una falta de respeto a la cultura musulmana. A nadie le afecta, si una mujer decide llevar el rostro cubierto o despejado. Quizá en un futuro no muy lejano, nuestras mujeres indígenas tampoco podrían llevar sus atuendos en ese territorio, aunque vayan solo de turistas. Posiblemente, el velo represente la represión ideológica de las mujeres musulmanas, pero también es cierto que es parte de su idiosincracia y su vida misma. Nadie tiene derecho a opinar sobre ello y menos a prohibir cuestiones que no son de su competencia. Es importante aprender a respetar la esencia del ‘otro’, pues en ese otro, se refleja alguna parte de los que somos. Nos reconocemos en los demás, aunque creamos ser totalmente diferentes. Además, si no respetamos a quiénes nos rodean, tampoco esperemos que lo hagan con nosotros.