Frases como: “es que eres la mujercita de la casa” o pensamientos como “los niños se visten de azul y las niñas de rosado” se escuchan más a menudo de lo que pensamos. Lastimosamente, esta herencia viene de nuestras madres, pues ellas mismas hacen de los hogares un escenario machista, desde el trato diferenciado que les dan a hijos varones y mujeres. Las niñas por supuesto estarán encargadas de ayudar en los quehaceres domésticos y los niños acompañarán a sus padres a actividades como los partidos de fútbol o arreglos mecánicos. Esta reproducción de los roles de género distanciados y desequilibrados, aún afecta el imaginario social de los ecuatorianos. No podemos encuadrarnos en estos paradigmas, que sólo hacen que nuestras sociedades sufran un retroceso. No es cuestión de defender el feminismo, ni nada por el estilo, es cuestión de asumirnos como personas iguales, con los mismos derechos, obligaciones y oportunidades; independientemente de si somos hombres o mujeres.