El presidente de Siria, Basar al Asad, aceptó la dimisión del Gobierno presentada por el primer ministro Mohamad Naji Otri, de acuerdo a la televisión local pública. El nuevo gobierno, cuya integración todavía no se conoce, deberá llevar a cabo el programa de reformas que el mandatario ha emprendido para cumplir con las peticiones democráticas del pueblo sirio. Assad, cuya familia gobierna el país desde hace 40 años y siempre ha reprimido implacablemente el disenso, está tratando de calmar la furia creciente con una serie de concesiones. Ya ha anunciado la derogación de la ley de emergencia y otras restricciones sobre las libertades cívicas y políticas. La violencia ha puesto de relieve las tensiones religiosas por primera vez en varias décadas. El tema es tabú en un país de mayoría suní gobernada por la minoría alawita. Las manifestaciones y concentraciones continúan en las calles de Damasco.