Los ecuatorianos, como en la mayoría de países latinoamericanos, festejamos el carnaval de maneras muy variadas. Entre ellas, la costumbre de antaño de mojar a las personas. Quizá en algún momento, esto nos resultó un juego inocente entre amigos, pero la cosa cambia cuando esto se convierte en agresión. Es importante tener en cuenta que las personas que pasan por la calle no están compartiendo el juego y no tienen por qué recibir de improvisto un baldazo de agua. Es comprensible que los carnavales sean el desate total antes del tiempo de reflexión y recogimiento que supone la cuaresma en la creencia católica; pero ante todo se debe mantener el respeto hacia las demás personas y tomar en cuenta, que este juego primitivo ha causado accidentes lamentables. Es mejor, disfrutar de los días de descanso, tranquila y relajadamente, apreciar las costumbres de nuestro pais y por supuesto aprovechar para conocerlo a fondo. Será mejor levantarse a la voz del carnaval que a la voz de una emergencia.