El Dictador volvió a dirigirse a los libios a través de una llamada telefónica emitida por la televisión estatal. Con un tono menos amenazante señaló a Al Qaeda como responsable de los disturbios y ha advertido que si siguen las revueltas, el suministro de petróleo está en riesgo, porque mandará a cortarlo. Además expresó sus condolencias a las familias de los fallecidos y los exhortó a que no dejen que sus hijos se unan a las protestas. Insistió además que Al Qaeda repartió estupefacientes en las calles y que eso ha causado tanta euforia en los manifestantes. Aseguró que no lo sacarán de su cargo, que es meramente ‘moral’. Y que el suyo no será el caso del presidente egipcio Hosni Mubarak que tuvo que dimitir. Mientras Libia sigue dividida en dos bandos, las fuerzas leales a Gadafi mantienen un férreo control sobre Trípoli, y los rebeldes parecen haber extendido la revuelta al oeste del país, donde se libran enfrentamientos por el control de las ciudades de Zauiya y Sabratha. El hospital mayor de Bengasi, la segunda ciudad de Libia, ha estado sumergido en la gran cantidad de heridos que llegan a cada minuto.
Por su lado el hijo de Gadafi negó que el gobierno haya lanzado ataques aéreos a las ciudades y afirmó que el número de muertos es exagerado.
Quieren huir de la violencia
Alrededor de 2.500 personas procedentes de Libia llegan cada seis minutos a la frontera tunecina por el paso de Ras Jedir, huyendo de la violencia desencadenada en territorio libio. El flujo de refugiados, principalmente tunecinos, es constante, debido a los ataques que se han producido en Libia, donde se ha desencadenado una feroz represión de los manifestantes que exigen su caída y que se ha cobrado ya varios centenares de muertos. Un convoy de 50 camiones se dirige a la frontera con Libia para repatriar a los refugiados tunecinos.