Un fuerte sismo de 6,3 grados en al escala de Richter sacudió la ciudad de Christchurch, provocando el derrumbe de altos edificios e iglesias, cuyos escombros cayeron sobre las calles congestionadas por el tráfico, aplastaron autobuses y por lo menos 65 personas murieron y 100 más han sido rescatados, en uno de los peores desastres naturales del país. El alcalde de la ciudad, Bob Parker, declaró estado de emergencia y ordenó que los residentes evacuaran el centro de la ciudad. Cientos de soldados fueron desplazados para ayudar a la gente a movilizarse y para formar cordones de seguridad. Los hospitales están repletos.