El Día de Australia volvió a ser fatídico para Rafael Nadal, que, igual que hace un año, salió malparado, contrariado físicamente, de la pista del Rod Laver Arena, derrotado y al margen de las semifinales del Abierto de Australia, con su espacio en manos de otro español, David Ferrer, que entra por segunda vez en su carrera entre los cuatro mejores de un grande (6-4, 6-2 y 6-3).
El número uno del mundo rechazó abandonar. Dejó de lado la bandera blanca y prefirió mantenerse en pie. Por respeto al torneo y al rival. «No me gusta retirarme. Solo lo hago si no puedo más. Y podía a cierto nivel. Un nivel que no me llegaba para ganar a Ferrer», dijo luego.
Una rotura de fibras en la parte posterior del muslo izquierdo frenó, en el segundo juego del partido, su carrera hacia la consecución del Abierto de Australia. Hacia la posibilidad de cerrar el círculo de los cuatro grandes y de convertirle en el tercer hombre de la historia del tenis en lograr los cuatro ‘major’ de forma consecutiva. «Ya no se llama Rafa Slam», lamentó el número uno del mundo.
Ferrer ocupó su espacio. Provisto de un gran tenis, el mejor probablemente desde el 2007, cuando se disparó hasta el cuarto lugar del mundo, fue a lo suyo. Es la décima victoria seguida en lo que va de año del alicantino, ganador en Auckland y ahora entre los cuatro grandes del primer Grand Slam del curso. Al lado de Roger Federer, Novak Djokovic y Andy Murray.
Será el escocés el próximo escollo de Ferrer, que hizo suyos los fuegos artificiales del cielo de Melborune, en permanente festejo hoy por el día de conmemoración del país.
Andy Murray, previamente, había terminado con el factor sorpresa que impulsó el recorrido del ucraniano Alexandr Dolgoporov en Australia. Le puso en su sitio. Le dejó estancado en los cuartos de final por 7-5, 6-3, 7-6(3) y 6-3.
Dolgopolov abandona el torneo habiendo ejercido una digna resistencia ante el finalista del pasado año, que necesitó más de tres horas para sacar adelante el compromiso.
Es el ucraniano un jugador atípico. Sin golpes ortodoxos, con su particular estilo, con su propia filosofía, el debutante en el Abierto de Australia llegó a situarse entre los ocho mejores del torneo después de dejar por el camino a raquetas más reputadas como el kazako Mijail Kukushkin (6-3, 6-2 y 6-4), el alemán Benjamin Becker (6-3, 6-0, 3-6 y 7-6(3)) y, sobre todo, el francés Jo Wilfried Tsonga (3-6, 6-3, 3-6, 6-1 y 6-1) y el sueco Robin Soderling, cuarto favorito (1-6, 6-3, 6-1, 4-6 y 6-2). El primer ‘top ten’ al que Dolgopolov se imponía..
La imprecisión y la falta de continuidad terminaron por condenar a la revelación del torneo, víctima de la precipitación por su falta de experiencia, que le llevó a cometer 77 errores no forzados que echaron por tierra la cantidad de golpes ganadores que logró (57).
Un lastre excesivo provocado por la dimensión del momento, agigantado para el ucraniano, presa de la ansiedad ante el momento de su vida.
Al igual que el masculino, el cuadro femenino mantiene a tres de sus primeras favoritas entre las aspirantes. Sólo la china Na Li, semifinalista el pasado año, está al margen de los primeros puestos del ránking. Ella jugará ante la danesa Caroline Wozniacki, primera del circuito.
Este miércoles la rusa Vera Zvonareva y la belga Kim Clijsters, dos y tres del mundo, cumplieron con las expectativas. Clijsters, tercera favorita, que dio un paso más en su empeño de conquistar el Abierto de Australia tras vencer a la polaca Agnieska Radwanska (6-3 y 7-6(4) y clasificarse para las semifinales del primer Grand Slam del curso.
Frustró la ilusiones de su rival, ante la posibilidad de alcanzar, por primera vez en su carrera, las semifinales de un grande gracias a su solidez y a la determinación de sus golpes. Acabó con 41 ganadores.
Radwanska mejoró en el segundo parcial. Incluso sirvió para ganar el set, pero su adversaria, que pretende ampliar a Australia su cosecha de títulos sonoros, evitó alargar el choque.
La segunda jugadora del mundo, la rusa Vera Zvonareva, regresó a las semifinales del Abierto de Australia, de donde se ausentó en el 2010, tras imponerse a la checa Petra Kvitova por 6-2 y 6-4.
La segunda favorita, de 20 años, mostró una notable superioridad desde el principio. Un parcial de 4-0 en el arranque pusieron en evidencia su autoridad. Solo en un tramo de la segunda manga, cuando su adversaria remontó una desventaja de 3-1 con la conquista de cuatro juegos seguidos, generados por la falta de concentración, espesaron la tarea, completada al final en setenta y cinco minutos.
Zvonareva, finalista el pasado año en Wimbledon y el Abierto de Esttados Unidos pretende regresar a la lucha por el título de un torneo del Grand Slam, que nunca ha logrado. EFE