Vie. Nov 22nd, 2024

Un personaje que no puede faltar en esta época de civismo y color, es ‘El Chulla’, un ser único, cuyo recuerdo no morirá.

Cuando escuchamos hablar del ‘Chulla Quiteño’, conformamos en nuestra memoria, a un personaje completamente especial.
Un ícono de nuestra cultura, pero sobre todo de nuestra manera de entender el mundo que nos rodea.
Pero para entender su real significado debemos precisar su significación.
Chulla viene de la palabra quichua que significa impar/uno. En Quito, el chulla es un personaje típico que surgió a fines del siglo XIX.
El chulla fue el prototipo de la vieja ciudad indo-hispana de Quito y se caracterizaba por ser original, conversador, tenía fama de bohemio, iconoclasta y a veces hasta frustrado intelectual.
Según el psiquiatra y genealogista quiteño Fernando Jurado Noboa, el chulla fue antihéroe porque no fue divinizado  y no se distinguió por sus acciones extraordinarias, sino por su filosofía de existencia, que resumía el sentir de buena parte de una ciudad; fue travieso como un duende, ocultable como el mismo, y mago, por su arte fingido, porque cuando quiso violó hasta la ley natural.
En Quito circuló y aún circula la versión de un chulla de clase media, cuya camisa tenía solo pechera, tenía un solo traje y un sólo par de zapatos, eso sí, bien lustrados.
Y esa es la imagen que se nos ha plasmado en la memoria, catalogamos como ‘Chulla’ a ese amigo o compañero de trabajo que presume mucho, pero que posee poco.
A ese orgulloso personaje, que en el bolsillo posee escaso dinero, pero que ostenta grandes experiencias, como viajes y mujeres, que a pesar de su limitado vestuario, las ha logrado conseguir con su inigualable naturaleza.