Varios días después del lamentable acontecimiento del 30 de septiembre, salen a la luz una serie de denuncias de muchos ciudadanos que fueron agredidos por la fuerza policial.
Los medios de comunicación publican testimonios de personas que han sido brutalmente golpeadas. Hombres y mujeres sufrieron toletazos, patadas, fueron rociados con gas lacrimógeno, entre otra serie de abusos.
22 periodistas vivieron la violencia desenfrenada de varios policías.
Los moradores del sector aledaño al Hospital Policial, se escondían en los baños por temor a que una bala perdida los alcance.
Un sentimiento de indignación se generaliza entre los ecuatorianos, que no alcanzan a entender como los ‘guardianes del orden’ se transformaron en vándalos.
Cuando surge un desacuerdo, cabe un espacio para reclamar, pero la ciudadanía no tiene que ser víctima de la inconformidad. La pelea era contra el Gobierno, no contra los compatriotas que viven las mismas penurias.
