El Ejército de Nueva Zelanda asumió ayer el control de la seguridad en la segunda mayor ciudad del país, Christchurch, donde por tercer día consecutivo rigió el estado de emergencia, declarado a raíz del terremoto de 7 grados en la escala de Richter, que sacudió la isla sur.
Varias decenas de soldados mantienen acordonado el centro de la ciudad, al que sólo se puede acceder a través de los controles de seguridad montados para prevenir el pillaje y accidentes provocados por el eventual derrumbe de los edificios dañados por el temblor.
El Gobierno extendió hasta mañana el estado de emergecia y el toque de queda. Desde el sábado, la Policía ha detenido a cerca de una decena de personas que presuntamente intentaron saquear viviendas y comercios del centro de Christchuch.