25 jul (EFE).- Fernando Alonso ha vuelto a conseguir la victoria, indiscutible, en el Gran Premio de Alemania, en una jornada que debería ser de alegría y que convirtió el podio en un funeral y la polémica regresó a la Fórmula Uno con las «órdenes de equipo», que siempre han existido y existirán.
La carrera ha sido dominada de principio a fin por los Ferrari de Fernando Alonso y del brasileño Felipe Massa, en cabeza de la prueba desde la primera curva, pero las formas han aguado el éxito.
En la salida Alonso fue encerrado contra el muro por el alemán Sebastian Vettel (Red Bull-Renault), que partía primero y mal, y eso permitió a Felipe Massa hacerse fácilmente con el primer puesto al llegar a la primera curva.
Una de las claves de la carrera estuvo en la vuelta vigésimo primera de las 67 de que constaba, cuando Massa y Alonso se aprestaban a doblar al alemán Adrian Sutil (Force India) en la horquilla siguiente a la curva parabólica. El brasileño se atravesó ligeramente en la frenada y Fernando se lanzó al interior de la curva.
Los Ferrari se emparejaron a la salida, pero Massa logró mantener la posición después de que los dos coches estuvieran muy cerca de tocarse. Si el brasileño hubiese cedido al verse superado el final de la carrera habría sido muy distinto.
Alonso y Massa se dedicaban a realizar vueltas rápidas y Vettel se mantenía tercero a una distancia razonable de siete segundos, que les permitía cierta comodidad en la cabeza de carrera.
En la vuelta 46, después de que Fernando Alonso marcara otra vuelta rápida, el ingeniero de Massa, Rob Smedley, le comunicó por radio: «Fernando es mas rápido que tu, me puedes confirmar que has entendido el mensaje». Y en el giro siguiente a la salida de la horquilla levantaba el pie del acelerador y dejaba pasar al primer puesto a Alonso.
Smedley le decía después de nuevo por la radio «bien hecho, lo siento» y a partir de ese momento la polémica estaba servida, al prohibir el reglamento las órdenes de equipos, que siempre han existido y existirán, y así quedaba empañado el segundo doblete de la temporada de Ferrari, que había tardado diez carreras en llegar.
El podio parecía un funeral, la alegría del doblete no parecía por ninguna parte y el director deportivo de Ferrari, Stefano Dominicali, que había subido a recoger el trofeo de constructores se esforzaba en aparentar normalidad y se subía al cajón mas alto con sus dos pupilos.
Los comisarios del Gran Premio solicitaban la presencia del director deportivo, del ingeniero Smedley y de los pilotos Felipe Massa y Fernando Alonso, para ver si había motivos de sanción por infringir el reglamento relativo a las órdenes de equipo y sancionaban a la escudería con 100.000 dólares y enviaban el expediente al Consejo Mundial del Deporte del Motor, para que consideren si deben tomar alguna otra medida.
Vettel lograba el tercer puesto, después de su mala salida y sin poder en ningún momento inquietar a los Ferrari, aunque en su último giro diera la vuelta rápida y tras él terminaban los dos McLaren-Mercedes de los británicos Lewis Hamilton y Jenson Button, tras una carrera sin pena ni gloria.
Pedro de la Rosa (Sauber-Ferrari) volvía a protagonizar otra carrera aciaga. Salía con los neumáticos mas duros, era el penúltimo piloto en parar a cambiarlos y rodó la mayor parte en octava posición, pero a diez vueltas del final era golpeado por el finlandés Heikki Kovalainen (Lotus) cuando trataba de doblarle en la horquilla, le rompía el morro del coche y le obligaba a una nueva parada que le llevó a la decimocuarta posición.
Jaime Alguersuari (Toro Rosso) tampoco ha tenido suerte en la jornada de hoy, en la primera vuelta se tocaba con su compañero Sebastian Buemi, tenía que parar a cambiar el morro del coche y al final terminaba en decimoquinta posición.
La actuación del equipo Hispania se saldaba con el abandono del japonés Sakon Yamamoto en la vuelta diecinueve por avería mecánica, mientras que Bruno Senna finalizaba en decimonovena posición. EFE