La mayor fiesta del fútbol mundial comienza en un día en Brasil, el país que convirtió el fútbol en arte, marcada por atrasos crónicos, amenazas de huelgas y protestas por su exorbitante factura, así como por llamados a la renuncia del presidente de la FIFA.
Sin embargo, la presidenta Dilma Rousseff asegura que la séptima economía mundial «venció los principales obstáculos y está preparada para la Copa este jueves dentro y fuera del campo».
El arranque de la Copa del Mundo tendrá lugar en el flamante Arena Corinthians de Sao Paulo, donde un Brasil que busca el récord de su sexta estrella enfrentará a las 17H00 (20H00 GMT) a Croacia en el primero de los 64 partidos del torneo, ante 61.600 hinchas y 12 jefes de Estado y de Gobierno.
Y a un día del Mundial, la FIFA cierra en Sao Paulo este miércoles su congreso anual, marcado por llamadas de dirigentes del fútbol europeo a su presidente Joseph Blatter para que no se presente a un quinto mandato a partir de 2015 debido a las numerosas acusaciones de corrupción que pesan sobre la organización.
«Lo dije en el micrófono: Usted me gusta mucho, usted conoce a mi mujer (risas), no lo vea como nada personal, pero la reputación de la FIFA es hoy indisociable de la corrupción. La FIFA tiene un presidente, usted es responsable, no debería volver a presentarse, no es bueno para la FIFA», dijo el presidente de la Federación Holandesa de Fútbol, Michael Van Praag.
David Gill, vicepresidente de la Federación de Fútbol Inglesa, dijo que era «decepcionante» que Blatter se postulase a un nuevo mandato y pidió «un debate completo, honesto y abierto sobre lo que necesita la FIFA de cara al futuro».
«Un partido sudado y sufrido»
Hace siete años Brasil ganó el derecho a albergar su segunda copa en casa determinado a mostrar al mundo su poderío emergente, y de paso exorcizar el fantasma del ‘Maracanazo’ de 1950, cuando Uruguay contra todo pronóstico le derrotó 2-1 en la final.
Pero la carrera hacia la Copa ha sido empinada. Una lluvia de críticas cae desde hace meses sobre el gobierno de Rousseff por innumerables atrasos en las obras y el gasto público de 11.000 millones de dólares en el Mundial, cuando el país tiene servicios públicos de pésima calidad.
A esto se han sumado los desencuentros constantes con la FIFA. Su secretario general Jerome Valcke confesó que ha sido «un infierno» organizar la Copa en Brasil, célebre por su desbordante alegría y ánimo fiestero pero también por su informalidad.
Rousseff comparó la preparación de la Copa a un partido «sudado y muchas veces sufrido», pero aseguró que el resultado vale la pena.
«Brasil, como el Cristo Redentor, está de brazos abiertos para acogerles a todos ustedes», dijo asimismo en su discurso de radio y televisión, dirigiéndose a los 600.000 turistas esperados para la Copa en las 12 ciudades sede del Mundial, de Manaos (Amazonas, norte) a Curitiba (Paraná, sur).
El Arena Corinthians era uno de los seis estadios que debía ser entregado a la FIFA el 31 de diciembre pasado.
Pero a pocos días del torneo los obreros de este estadio aún verificaban la solidez de las vigas bajo las tribunas e instalaban cables, constató un periodista de la AFP.
Otros cuatro estadios -Natal, Curitiba, Cuiabá y Porto Alegre- dan también los toques finales a las obras.
Huelgas vs fútbol
Los trabajadores del metro de Sao Paulo deben decidir este miércoles si entran nuevamente en huelga el día de la apertura del Mundial, lo que junto a las protestas convocadas reviven el fantasma de la histórica revuelta social de junio de 2013, durante la Copa Confederaciones.
Las autoridades desconocen el tenor e intensidad que tendrán las manifestaciones, pero desplegarán desde el jueves 157.000 policías y militares hasta el día de la final, el 13 de julio en el mítico Maracaná de Rio.
Pero más allá de huelgas y protestas contra el gobierno brasileño o la FIFA, la mayoría de los brasileños y 1.000 millones de televidentes en todo el mundo se frotan las manos ante la perspectiva de un mes con el mejor fútbol del planeta.
La actual campeona España, ganadora del último Mundial de Sudáfrica-2010, buscará sumar una segunda estrella de campeón a su camiseta, y la primera de una selección europea en Latinoamérica, cuyos Mundiales siempre han sido conquistados por países de la región.
Los brasileños, en tanto, apuestan por un duelo entre los astros Neymar y Lionel Messi en un clásico Brasil-Argentina. O como el ‘rey’ Pelé, en una nueva final con Uruguay por la revancha del Maracanazo.
Fuente: Andes