Vie. Nov 22nd, 2024

A menos de diez días para las elecciones locales en Ecuador, la alcaldía de Quito se ha convertido en una plaza clave para las aspiraciones del oficialismo y de la oposición, un bastión de alto valor político y simbólico por el que ambos bandos van a darlo todo en la batalla del 23 de febrero.

Quito no es solo la capital administrativa del país, el principal centro de toma de decisiones que afectan a la vida diaria de los residentes capitalinos y sede de la mayoría de las instituciones estatales. Desde el punto de vista electoral es mucho más que eso.

A menos de diez días para las elecciones locales en Ecuador, la alcaldía de Quito se ha convertido en una plaza clave para las aspiraciones del oficialismo y de la oposición, un bastión de alto valor político y simbólico por el que ambos bandos van a darlo todo en la batalla del 23 de febrero.
A menos de diez días para las elecciones locales en Ecuador, la alcaldía de Quito se ha convertido en una plaza clave para las aspiraciones del oficialismo y de la oposición.

La capital ecuatoriana, para muchos analistas, puede ser el punto de partida del resurgir de una disgregada y debilitada oposición y tiene, sin duda, un alto valor emblemático, al tratarse de un bastión tradicional del movimiento gobernante Alianza País (AP).

El propio presidente ecuatoriano, Rafael Correa, ha admitido su preocupación por el destino electoral de Quito al afirmar, en una entrevista esta misma semana, que el proyecto gubernamental «Revolución ciudadana» puede peligrar si en las elecciones la ciudad queda «en manos de la extrema derecha».

«Toda la extrema derecha está frotándose las manos para ver si nos ganan Quito y desde ahí boicotean la revolución, que nadie se engañe sobre esto», advirtió el gobernante, quien también afirmó en una carta pública esta semana que «el enemigo» conoce «la importancia de Quito».

En todo caso, la relevancia de la ciudad capital en estas elecciones es mayor si se pone en relación con Guayaquil (suroeste), la ciudad más poblada de Ecuador, donde las encuestas dan ventaja al actual alcalde, el opositor Jaime Nebot.

Si la oposición consiguiera el ayuntamiento de Quito y mantuviera el de Guayaquil, las dos principales urbes del país, que suman más de 4,7 millones de habitantes, quedarían fuera del control del oficialismo, que ha ganado todas las elecciones y consultas populares celebradas desde la llegada de Correa al poder en 2007.

«Hay claramente un nerviosismo palpable por parte del Gobierno nacional, ya que, obviamente, dos alcaldes opositores en Quito y Guayaquil serían una piedra en cada zapato del presidente», dijo a Efe el analista y profesor de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ) Daniel Montalvo.

A pesar de ello, las filas de AP se mantienen unidas y muy activas en esta campaña electoral y hacen un llamamiento a sus votantes y simpatizantes en busca de una victoria que al actual alcalde de Quito, el oficialista Augusto Barrera, le permitiría profundizar en los ejes de su política y completar proyectos ciudadanos como la construcción del metro de la ciudad, entre otros.

Para su principal rival, Mauricio Rodas y su movimiento Suma en alianza con Vive, la alcaldía sería «muy interesante» porque lo que desea «es hacer carrera política, la Presidencia de la República», explicó Montalvo.

Rodas «ya fue candidato (en las presidenciales de 2013) y sacó casi un 4 % de los votos, siendo una persona desconocida», por lo que esta victoria sería «bastante fuerte para un movimiento que recién está insertándose en el marco político ecuatoriano», agregó.

Las encuestas, en esta circunstancia, no han permitido aclarar demasiado el panorama electoral en la capital. Algunas han apuntado a un cambio en la preferencia de los votantes, que hasta hace poco habían apoyado a Barrera, en favor de Rodas.

Pero las cosas no están tan claras, pues sondeos más recientes señalan un empate técnico e incluso hoy, tras un debate radiofónico entre ambos candidatos, una encuesta en línea de la firma Cedatos daba ventaja al aspirante a la reelección.

Quizá es por eso que Correa ha intensificado durante los últimos días su presencia en campaña al lado de candidatos de AP con la intención de salvaguardar su proyecto político y hoy fue de los primeros en respaldar a Barrera tras el debate y en criticar a la intervención de Rodas, que tildó de improvisada.

Y es que el oficialismo, que controla el Ejecutivo y el Parlamento, quiere en estas elecciones extender territorialmente su poder a las provincias, los ayuntamientos y las juntas parroquiales.

La recta final de la campaña electoral, que finalizará el 20 de febrero, será, pues, determinante para inclinar la balanza en favor de uno u otro candidato a ocupar el sillón principal del ayuntamiento de Quito que, tal como están las cosas, se ha convertido en mucho más que una alcaldía. EFE

Por kochoa